Realmento no me pidan que argumente porque quiero publicar este texto, léanlo y van a entender.
Al igual que a la persona que lo subió al blog de dónde yo lo tomé, me conmovió.
Reflexiones a partir del personaje de Julio, empatías, semejanzas.
¿Qué nos pasaría si pudieramos descubrir para quién fuimos la Maga?
¿Nos animariamos a decirnos quién fue nuestra Maga?
Un amor a fuego lento, torturado, intenso, vertebrador, orgánico.
Ese que està ahi...pulsando desde el fondo.
Ahhh, si no lo entienden puede ser que no se hayan acercado nunca a Rayuela, a Julio, o al amor.
¿QUIÉN NO QUIERE SER LA MAGA?
Publicado el Jueves, 18 de Enero de 2007 11:54 a.m.
Este texto lo encontré perdido por ahí..., no conozco la
autora, pero quien haya sido que lo escribió (su nombre está al pie del post)
no pudo haber escrito algo mejor sobre lo que es este personaje.
La idea es que lo lean..., de todas formas, es demasiado
lindo el texto y no podía faltar acá.
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Todos queremos ser La Maga
¿Quien no se ha internado alguna vez en el mundo Maga? Ese
mundo lleno de colores pasteles y aroma a café y tabaco, donde la mirada
cómplice de esta mujer tan especial nos ha llevado por esos caminitos de
Francia. Si alguien contesta que no, le recomiendo con toda las ansias de estos
ojos lectores, que se metan en el Mundo Maga, en el Mundo Rayuela, en el Mundo
Cortázar, y que se unten de esa magia inconcebible?
Y
La Maga se esconde, huidiza, espiando por la vidriera. Uno
la busca con descaro, siempre simulando no estar esperando encontrar nada, a
nadie. La Maga lo sabe, se divierte. La Maga es esa pequeña mujer de polleras
gitanas, quizás, ojos de calidoscopio, sonrisa gatuna. Corazón distante,
galopante, sincero, bruto. Nadie sabe porque la busca, esa necesidad de
inocencia, quizás una simple simpleza. Nadie sabe nadie espera. Todos nos
quedamos con un resquicio de ella luego de despegar los ojos de las páginas de
Rayuela.
Quien no ha intentado encontrarla, a la vuelta de la
esquina. Quien no ha pasado un buen rato intentando saber que habrá sido de su
vida. Quien no se pregunto de donde saco fuerzas para partir de esa manera,
luego de que Rocamadour se hundió en una muerte silenciosa.
Pero, ¿quien soy yo, al fin de cuentas, para ponerme a
hablar de ella?, ¿Qué descarado derecho tengo? No lo se, pero debo decir, la
busco, y a veces puedo encontrarla.
La Maga vive, más allá de Rayuela. Cuantas veces, rodeada de
esos fanáticos que no paraban de saltar de la tierra al cielo, me he tropezado
con ella en palabras ajenas. ?Yo soy La Maga! Y vos sos Talita? me decía una
amiga.
En esos tiempos, alguien me había bautizado bajo el
personaje de Atalía, era digamos, mi nueva identidad. Nunca me habían explicado
porque, nunca supe que había de mi en ella, por lo cual tuve que sumergirme en
Rayuela, ese libro que, tantas (TANTAS) veces quise leer, pero quien sabe, por
una u otra elección azarosa a la hora de comprar libros, nunca lo había leído.
Una vez bañada en esos mares cortazianos, pude entender,
digamos, algo. Pero sin embargo, me preguntaba porque no podía ser La Maga. Me
encontraba en sus pasos, en esa manera consentida de ver la vida. Me hallaba
parada en el medio de la calle, al igual que ella, para mirar desde el medio de
la calle una vista del Panteón a lo lejos, siempre mucho mejor que la vista que
se tenía desde la vereda. Eran simplezas, vulgaridades, eran La Maga. Era
Paris, tal vez. Era ella, quería ser yo. Pero de repente no era la única,
muchas querían ser La Maga. No solo era yo, había algo mas, algo que nos
atrapaba, pero ¿Qué era? Comencé a preocuparme.
Y ahí lo descubrí, o presumí entenderlo. No era simplemente
La Maga, otro eslabón se sumaba a esa cadena interminable de deseos y
coincidencias: Oliveira. Abrí los ojos, y descubrí que ella era a través de los
ojos de Oliveira. Claro! Como no me di cuenta antes! Todas queríamos ser La
Maga de Oliveira, todas queríamos ese amor enfermizo, desdeñable y hasta
descartadle. Ese amor que te consume, que te da como te quita las ganas de
vivir. Todas queríamos quedar clavadas y sangrar en algún corazón, luego de
nuestra partida irrevocable.
Oh, resulto ser que todo se trataba del amor. Todo se
reducía a vislumbrar ese camino en el cual se pasa de ser un estorbo inquieto
en la vida de alguien, a ser ese gran amor que se perdió y no se deja de buscar
en una vida entera. Todas queríamos ser la espina enterrada en la uña de algún
Oliveira. Allí entendí, finalmente.
La Maga, con sus errores, con su ignorancia a cuestas, con
esa manera desdeñable y desordenada de vivir la vida, con su inocencia y
despilfarro, se había convertido en la espina en la uña de cada una de esas
mujeres que deseaban que alguien las amara así de fuerte.
Pero de allí, aclarado el tema, surgieron mas cuestiones:
¿Que hombre se animaría a tener una Maga en su vida? ¿Son acaso esos amores que
se buscan pero jamás se encuentran? ¿Cuántas veces hemos quedado en algún
corazón dañado y no nos hemos enterado?
Mientras, es posible seguir encontrándola. Por esos azares
de la vida, la persona que me llamo Talita, aquel amor que me presto Rayuela,
no existe mas en este, mi corazón. Por esas casualidades que jamás llegaremos a
entender, el libro se partió a la mitad, y al pelearnos, sin querer, cada uno
se quedo con una mitad del libro. Aun puedo encontrar a La Maga en esa mitad,
inconclusa, que llega hasta el capitulo 22. Quien sabe, quizás, yo soy esa
Maga, clavada en su uña. Como saberlo. Acaso, todos tenemos ese amor clavado
aquí. Deberíamos conformarnos con que, todos los Oliveira, tienen a alguna Maga
que no pueden olvidar. Y, tal vez, a veces podríamos ser ella, sin enterarnos.
Nuria Fleita Zain
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