Escena de amanecer como tragedia




Sabía que iba a pasar. Sabía que esto había sido el fin de todo. Que así terminarían los días de emoción, ansiedad, taquicardia. Que así terminaba lo luminoso de la vida. Pero era mejor de esa forma que con una llamada o un mensaje de texto. ¿Era mejor de esa forma que con un mensaje de texto o una llamada?¿Una despedida de la vida con lo mejor que tiene la vida?
Antes del amanecer. Y después, nunca más.
Estaba a su lado aún, en la cama, mirándola con los ojos muy abiertos. Casi sin pestañear. Con una lágrima atrancada. La garganta tragaba saliva.
La de ella también. Respiraban el miedo.
De repente sucedió. La luz de la cortina se definió. Definitivamente el negro se había transformado en azul. Se miraron.
También cantó un pájaro.¿La alondra o el ruiseñor? ¿Iban a caer en la eterna discusión de Romeo y Julieta?
Claro que no.
Despacio se levantó. El cuerpo desnudo que no vería más.
Se puso los pantalones, ajustó el cinturón, afuera todo más luminoso, y su perfil recortado contra la claridad. Levantó la camisa del suelo. Ahora estaba sentado en la cama de espaldas y prendía los botones. Se inclinó por los zapatos.
Más luz. Se levantó. Abrió la puerta. Su espalda se detuvo un segundo. Cerró la puerta para siempre.

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