Hace
días
que
está así
todo
en suspenso:
los
perros taciturnos
los
árboles inmóviles
los
pájaros rendidos
como
en silencio
esperando
resignados
la
oscuridad prematura
el
grito crudo del viento
la
descarga repentina
feroz
del
aguacero.
Solo
queda esperar
para
nosotros
que
andamos ocupados
con
el tiempo:
entrar
el auto
cerrar
las puertas
asustar
a los chicos
mientras
juegan:
“guarda
que se larga
en
cualquier momento”.
Y
cuando el cielo
finalmente
se ilumina
y
llegan como ahogadas
las
salvas de los truenos
nos
queda el mezquino
placer
de la ventana
la
venia
pasajera
del agujero
y ese gusto ambiguo
que
nos dejan
ciertas
formas prosaicas
de
la vida
como
el trazo difuso de un muchacho
corriendo
a refugiarse
por
las vías.